Érase un humano a una pantalla pegado. Érase una pantalla superlativa... la del salón de 65 pulgadas, más concretamente... o la del móvil, o la de la tablet o la de cualquiera de los 300 dispositivos digitales que tenemos hoy en día. Que levante la mano quien no se haya sentido así estos últimos meses: entre el trabajo desde casa, los maratones de Netflix y el repaso cada 20 minutos de todas las redes sociales, se puede decir que no nos hemos despegado de una pantalla. Esto hace disminuir la frecuencia con la que parpadeamos y, claro, se secan los ojos.
La sequedad ocular es uno de los problemas habituales de los usuarios de lentillas. El uso de lentes de contacto limita el paso de oxígeno a los ojos en mayor o menor medida, por lo que el aparato lagrimal tiene que esforzarse más para mantener hidratada la lentilla y que tu salud ocular no sufra por el ojo seco.